Maria Stolaki microbiota

Entrevistamos a Maria Stolaki, especialista en Microbiota. «Combinar los probióticos de primera generación con los de la segunda es un gran desafío, pero podría ser el futuro.» Hace años que sabemos que los intestinos humanos están poblados por bacterias, no solo bacterias, aunque nos estamos centrando más en ellas, y además existen en gran variedad….

Entrevistamos a Maria Stolaki, especialista en Microbiota.

«Combinar los probióticos de primera generación con los de la segunda es un gran desafío, pero podría ser el futuro.»

Hace años que sabemos que los intestinos humanos están poblados por bacterias, no solo bacterias, aunque nos estamos centrando más en ellas, y además existen en gran variedad.

Este colectivo de bacterias y otros microorganismos son llamados microbiota, un término que voy a usar a menudo. La microbiota juega un papel crucial en la salud y en las enfermedades. Empezamos estudiándola en los intestinos, pero sabemos que existe en otras partes del cuerpo, conocimiento que hemos obtenido recientemente: hace menos de una década considerábamos que los pulmones eran completamente estériles, libres de bacterias, lo cual se ha demostrado falso gracias a las nuevas tecnologías.

Sabiendo que hay distinta microbiota en distintas partes del cuerpo humano, se abren varias ventanas de oportunidad en investigación, también clínica, y esto amplía el campo de los probióticos, que pueden centrarse en los intestinos, pero también en otras zonas como la piel, o el eje cerebro-intestinal, la comunicación entre intestinos y cerebro. Los probióticos pueden influenciar en cierta manera este tipo de rutas. Definitivamente, los probióticos se pueden expandir más allá del intestino, en las vías respiratorias pueden jugar un papel importante que ya se está investigando.

El mecanismo de los probióticos es una cuestión interesante pero complicada, ya que todavía no sabemos cómo funcionan en los intestinos, menos aún en otros nichos del cuerpo. Conocemos algunas partes del mecanismo, algunas indicaciones de cepas específicas: cómo pueden funcionar o cuál es su papel en ciertas rutas. Pero no sabemos cómo lo hacen, aunque conozcamos su efecto, porque sabemos que hacen algo positivo para la salud humana, y la tarea de los científicos es ir más allá y ampliar estos conocimientos, así que necesitamos más investigación.

Nos gustaría muchísimo saber, a la comunidad científica, cuáles son las alteraciones principales que ocurren en la microbiota intestinal según se usen o no probióticos en caso de enfermedad. Es una cuestión difícil de responder, ya que existen múltiples investigaciones llevándose a cabo en múltiples campos, y con frecuencia los resultados son contradictorios. Hay mucha controversia y vemos varios cambios en la microbiota entre población sana y población enferma. Sabemos que hay diferencia: en una situación saludable, conocemos el estado y la variedad de la microbiota, y seguidamente podemos ver que en situación de enfermedad hay una diferencia, una alteración.

Pero ello no significa que haya un estándard, que estas alteraciones aparezcan siempre en todo tipo de indicaciones.

O sea que vemos cambios, pero estos cambios no ocurren con regularidad. Diría que no podemos generalizar, decir: “Este grupo de microbiota intestinal ha cambiado en esta dirección, y ahora está apareciendo otro grupo, o aumentando, o reduciéndose”. Porque este podría ser un caso, pero en otro podría ser totalmente distinto. Así que debemos descubrir mucho más, aprender cómo ocurre este cambio y qué mecanismo se esconde detrás, para ser capaces de justificarlo y saber si se trata de algo general o no.

En humanos, al digerir los probióticos, así como pasa con los animales, estos deben atravesar la boca, que es el primer desafío para las bacterias. Ahí deben sobrevivir el poco amable ambiente gástrico, donde el PH es muy bajo, muy ácido. Existe todo tipo de excreciones, de encimas, que también son hostiles para las bacterias. Así que los probióticos deben tener la capacidad de sobrevivir en estas condiciones para seguir descendiendo. No todas las bacterias tienen esta capacidad, algunas no sobreviven a lo largo de los intestinos, por eso no pueden llegar más allá en el tracto intestinal, y por ello no son consideradas probióticos. Los probióticos deben tener esta capacidad de supervivencia en el tracto intestinal para continuar descendiendo y ser metabólicamente activos.

Así que entran, hacen algo, se pegan al epitelio, interactúan con otras bacterias, ocupan un lugar determinado, pueden producir ciertas moléculas, es decir, ser metabólicamente activos, participar en el proceso de fermentación, por ejemplo, y entonces salen. Otras bacterias probióticas tal vez no colonizan, solo transitan, pero pueden influenciar, al excretar ciertas moléculas, al sistema inmunológico.

Ayudan a madurar al sistema inmunológico humano para que este reaccione frente a ciertas enfermedades, indicaciones o respuestas autoinmunes. O sea que aunque las bacterias no colonicen, algo harán, afectarán de cierto modo y luego saldrán.

Depende del tipo de bacteria las capacidades que tenga que pueda contribuir a la homeostasis y el bienestar de la microbiota intestinal. Los probióticos afectan a la salud humana de varias maneras, desarrollan múltiples papeles, siendo el principal romper ciertos compuestos alimentarios para ayudar a digerir la comida, y también metabolizar nutrientes beneficiosos como las vitaminas, por ejemplo. Más abajo también pueden fermentar ciertos compuestos dietéticos que el cuerpo no ha podido descomponer, así que ayudan a fermentar compuestos muy beneficiosos, como la fibra, como ocurre en el intestino grueso. Pero también pueden estimular y hacer madurar al sistema inmunológico, pueden interactuar con el huésped, concretamente con las células humanas, como las intestinales, pero también de la cavidad oral, del muro epitelial del tracto respiratorio…

Pueden interactuar de tal manera que ciertos compuestos sean excretados, segregados, lo cual facilita la homeostasis del cuerpo humano. Hacer madurar al sistema inmunológico es un rol muy importante en la vida, especialmente considerando que en bebés, cuando ocurre la primera colonización, inmediatamente tras el nacimiento, el primer grupo colonizador son bífidobacterias, por ejemplo, que también son probióticos, y contribuyen a descomponer oligosacáridos de la leche humana.

Pero durante los primeros días o meses de vida otras bacterias ayudan a madurar al sistema inmunológico, de manera que pueda construir defensas contra todo tipo de enemigos que entren en el cuerpo: patógenos, moléculas de reacciones a enfermedades autoinmunes que pueden ser neutralizadas. Así que hay varias formas en las que los probióticos pueden jugar un papel beneficioso para la salud.

En conferencias se puede oír una terminología muy a la moda: “probióticos de nueva generación”, o “probióticos 2.0”, para referirse a los probióticos de la siguiente generación, algo que todavía ha de llegar. O sea, no los probióticos que ya conocemos, como lactobacilos, bífidobacterias, lactococos; es decir, las cepas de probióticos que han sido estudiadas hasta ahora, y aplicadas clínicamente. Sino que estamos entrando en una era en la que vamos más allá. La comunidad científica está muy interesada en estudiar bacterias con potencial probiótico aisladas del cuerpo humano, que son anaerobios obligados, lo cual dificulta su cultivo y supervivencia.

Así que el desafío es suministrarlos a los pacientes para el consumo diario. Pero estos probióticos de nueva generación, estas cepas futuras tan interesantes, sin duda podrían llevarnos más allá en salud y enfermedad. Existen numerosos vínculos entre estos nuevos probióticos y estudios de síndromes metabólicos o diabetes, por ejemplo. Como la famosa Akkermansia muciniphila, una cepa aislada de los intestinos humanos que puede descomponer la mucosa. Ha habido muchos estudios, básicamente con animales, en condiciones in vitro, en laboratorio, que muestran que la abundancia de esta bacteria en la microbiota repercute positivamente en enfermedades metabólicas, síndromes metabólicos o diabetes.

Hay varias cepas que despiertan el interés de científicos y clínicas, este era solo un ejemplo, pero esta es una manera, sin duda, de que los probióticos progresen: combinar los de primera generación con los de la segunda generación, lo cual es un gran desafío, pero podría ser el futuro de los probióticos.

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Post publicado originalmente en la web Diactual, plataforma integrada en La Farmacia Hoy.

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