El verano es para la mayoría de las personas una época de asueto y descanso, una marcha menos en el ritmo frenético del año laboral, y un momento de desconexión con los espacios cerrados y de retomar el contacto con la naturaleza. Si además sumamos que es donde se concentran la mayoría de las vacaciones, podemos afirmar que la estación más calurosa del año es también la que más cambios en los hábitos y rutinas lleva asociada. El verano nos ofrece, en definitiva, la oportunidad de reducir el estrés del día a día.
Es por esto que esta estación es la preferida por muchas personas para abandonar uno de los hábitos más asociados al estrés y a las rutinas del resto del año: el consumo de tabaco. Dejar de fumar es un reto que se plantean miles de personas a diario, pero no siempre se logra el objetivo. Aunque siempre es un buen momento para marcarse la meta de abandonar un hábito tan nocivo para nuestra salud, el verano ofrece algunas ventajas que conviene considerar:
- Cambio de rutina. La alteración en la rutina ayuda a la persona que quiere dejar de fumar a evitar constantes recordatorios de sus hábitos de fumador.
- Más tiempo libre. Esto puede ser un arma de doble filo, pero según el psicólogo Antoni Baena, investigador de la Unidad de Control del Tabaco del Instituto Catalán de Oncología, las personas disponen de «más tiempo para relajar tanto el cuerpo como la mente, para disfrutar del aire libre y de momentos de diversión, y para probar cosas nuevas».
- Ejercicio al aire libre. En verano aprovechamos el buen tiempo y pasamos más horas realizando actividad física al aire libre, lo cual contribuye a regular la ansiedad y combatir el síndrome de abstinencia.
La farmacia, aliada en la cesación tabáquica
Por otro lado, la estación estival también tiene sus riesgos particulares: se incrementa la actividad social, muchas veces asociada al consumo de tabaco, y también se bebe más alcohol, que en ocasiones puede contribuir a propiciar recaídas en el tabaquismo.
Es aquí donde el apoyo, ya sea personal o profesional, se vuelve tan importante como el resto del año. Las personas del entorno del paciente siempre podrán servir de apoyo para que no se sienta solo en su lucha particular. Pero también la farmacia comunitaria puede convertirse en una gran aliada para ayudar al paciente a librar esta batalla.
La farmacia comunitaria es el centro sanitario más accesible para los ciudadanos, con una capilaridad altísima para llegar a casi todas las personas. Además, cada vez son más las farmacias que se vuelcan en la lucha contra el tabaquismo y capacitan a sus profesionales en cesación tabáquica, para que puedan echar una mano a los pacientes a dejar de fumar.
Los profesionales que trabajan a destajo cada día tras los mostradores de la farmacia comunitaria hacen una labor indispensable en la salud ciudadana, y el verano no es una excepción a esta regla. Tender una mano esta calurosa estación a los pacientes que quieran dejar de fumar puede ser doblemente efectivo.