
Se han acabado las vacaciones para la mayoría de las personas y es hora de volver al trabajo a la rutina de siempre: madrugar, ir a trabajar y tener menos tiempo libre. Hay quien sabe llevarlo de manera positiva, pero muchas otras personas suelen sufrir mucho la vuelta al día a día laboral, llegando incluso a desarrollar episodios de estrés.
El estrés postvacacional se enmarca dentro de un trastorno adaptativo. El cambio repentino de hábitos provoca un sobreesfuerzo que impacta en el rendimiento y la motivación; esto genera un estrés que se manifiesta en forma de síntomas psicológicos (inseguridad o preocupación) o incluso físicos, alta presión arterial, alteraciones digestivas, dolor de cabeza… Según el estudio ‘360 Wellbeing Survey 2019: Well and Beyond ‘, este tipo de estrés suele afectar más a las mujeres y a las personas de entre 25 y 35 años.
Hay que tener en cuenta que el estrés en sí mismo no es negativo; se trata de una respuesta del organismo ante situaciones de máxima exigencia. El problema viene cuando los síntomas se mantienen incluso después del factor desencadenante; en este caso, el regreso al trabajo. Si los efectos físicos y psicológicos se mantienen durante las semanas posteriores, conviene derivar al paciente al profesional médico.
En cualquier caso, hay una serie de pautas que pueden ser de utilidad para combatir las manifestaciones del estrés durante estas primeras semanas del retorno a la rutina:
- Anticipación. Planificar el regreso con cierta antelación y de manera relajada. Querer apurar las vacaciones hasta el último domingo puede hacer que sumergirse en la vorágine laboral al día siguiente se convierta en un martirio; puede ayudar dejar un par de días para volver a casa y hacerse al día a día del hogar antes de volver a pisar la oficina.
- No sobrecargarse de tareas. Siempre que el trabajo lo permita, el primer día laboral conviene mostrar cierta autoindulgencia, y no ponerse metas inalcanzables. Dedicar las primeras horas a tomar una libreta y recapitular las tareas pendientes puede ayudar a verlo todo con perspectiva y tomarse la vuelta con más calma.
- Hábitos saludables (deporte, alimentación y sueño). Las buenas rutinas son importantes durante todo el año y, cuanto antes se retomen (si es que las has interrumpido durante las vacaciones), más fácil será que el cuerpo se adapte a la nueva situación. Dormir bien, practicar ejercicio y mantener una dieta variada y equilibrada son tres pilares claves de la buena salud, y también son un factor clave para combatir la ansiedad.
- Planes de ocio. Que se hayan terminado las vacaciones no es el fin del mundo. Quedan las tardes y los fines de semana, y es buena idea hacer planes en el tiempo libre para recordarse que el mundo no empieza y termina en las paredes del lugar de trabajo. Además, las relaciones sociales saludables son una de las mejores medicinas para el bienestar personal.
Confiamos en que la vuelta a la rutina de la farmacia os resultará lo más llevadera posible, y que a su vez sabréis aconsejar a los pacientes más estresados a sobrellevar estas primeras semanas de septiembre.