
2020 iba a ser el año en el que pondríamos el cierre a la segunda década del siglo, pero por desgracia será siempre recordado por otro motivo: el año en el que la pandemia de la COVID-19 amenazó la salud de millones de personas y condicionó los hábitos de vida en todo el planeta. En los últimos 75 años, ningún evento o suceso había capturado la atención de todas las miradas del mundo de manera tan intensa, ni había copado las agendas sanitarias, políticas y económicas de todos los países del globo.
Gracias a la labor de nuestros profesionales de la salud, en todos los ámbitos de actuación, hemos logrado dar los primeros pasos para emerger de esta situación. Desde la farmacia comunitaria hasta los hospitales, todos los establecimientos sanitarios se han involucrado en la lucha contra la mayor amenaza sanitaria de las últimas décadas.
Ahora, gracias a su labor y al compromiso de la ciudadanía, comenzamos a entrar en un nuevo escenario. Esta transición se realiza de manera paulatina y asimétrica, pero está claro que la vista está puesta en el futuro, en el ¿y ahora qué?, en una nueva forma de relación, tanto entre ciudadanos, como entre ciudadanos y agentes sanitarios. Y la farmacia comunitaria, como no podía ser de otra forma, tiene un rol clave que desempeñar desde su posición clave en el engranaje del Sistema Nacional de Salud.
La protección de colectivos vulnerables
En asunción del papel de agente social de la farmacia comunitaria, el Consejo General de COFs ha firmado un acuerdo con la Secretaría de Estado de Seguridad para el intercambio de información y esfuerzos con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el desarrollo de programas preventivos orientados a personas vulnerables. Entre estos colectivos se encuentran las personas mayores, las víctimas de la violencia de género, o menores de edad en situaciones de riesgo.
El papel de la farmacia comunitaria en esta colaboración será el de divulgación de mensajes y consejos de autoprotección y prevención, así como el de detección de señales de alarma y comunicación a los interlocutores adecuados a través de los cauces designados.
La farmacia comunitaria en la desescalada
Las oficinas de farmacia, como establecimiento sanitario de máxima cercanía al ciudadano, no pueden ser ajenas a las estrategias de desescalada. Por ello, el CGCOF ha elaborado un documento con 24 propuestas para mejorar la seguridad e información de la ciudadanía durante el período de desescalada.
Las propuestas giran en torno al mantenimiento de medidas adoptadas durante la pandemia (mantener la dispensación de tratamientos a enfermos crónicos y pacientes vulnerables, así como la dispensación de tratamientos hospitalarios a pacientes externos desde la farmacia comunitaria), así como en torno a la implementación de medidas para la coordinación de la farmacia con otros agentes sanitarios, y la integración de los profesionales de la farmacia en los planes y protocolos de vigilancia epidemiológica, detección o derivación relacionados con la COVID-19.
En una de las crisis sanitarias de mayor repercusión de las últimas décadas, los profesionales de la farmacia están demostrando estar más que a la altura del papel de agente sanitario y social que les toca desempeñar, tanto por capacitación profesional como por la posición estratégica de la farmacia comunitaria en el Sistema Nacional de Salud.