
En España hay más de 22.000 oficinas de farmacia, en las que están empleados más de 74.000 profesionales de la farmacia comunitaria. Estas cifras se traducen en una altísima penetración de las farmacias en España: el 99% de la población dispone de una botica en las proximidades de su hogar. La red de farmacias españolas está, además, más conectada que nunca gracias a la integración digital, al proyecto de interoperabilidad de la receta electrónica, a proyectos como Nodofarma o Mi Farmacia Asistencial…
Contamos con un entramado de establecimientos sanitarios repartidos por todo el territorio nacional que se han convertido en pieza clave del SNS y, en muchas ocasiones, en puerta de entrada del paciente al sistema de salud. Todos estos datos podrían hablar únicamente de una serie de negocios independientes que se dedican a la distribución de medicamentos y productos sanitarios, pero la realidad es que la farmacia comunitaria ha trascendido de su rol como centro de dispensación de fármacos y ha asumido su rol como agente sanitario y social.
El peso específico de la farmacia comunitaria entre la ciudadanía ha ido in crescendo durante los últimos años, debido tanto al aumento del número de establecimientos como a la adición de programas e iniciativas en pos del avance de la profesión, y dirigidas a posicionar a la botica como un aliado de la ciudadanía, tanto en asuntos sanitarios como en asuntos de índole social. Ilustremos esta tendencia con algunos ejemplos:
- Campañas sanitarias. Cada año miles de farmacias se suman a campañas colectivas de concienciación sobre distintas problemáticas sanitarias, que pueden ir desde el fomento del autocuidado para prevenir el desarrollo de distintas patologías (como por ejemplo, la campaña de fotoprotección en verano), hasta la visibilización de las enfermedades raras y las asociaciones que trabajan a diario con los pacientes.
- Iniciativas de apoyo a colectivos desprotegidos. Asistimos también al compromiso de las farmacias con la accesibilidad y con tender la mano a colectivos en ocasiones olvidados. Un ejemplo lo encontramos en el acuerdo firmado entre el COF de Gipuzkoa y la Asociación de Personas Sordas de la provincia para paliar las barreras de comunicación existentes con estas personas.
- Tanto desde las farmacias como desde la industria, el compromiso con la sostenibilidad y el fomento del reciclaje de medicamentos es visible sobre todo a través de la organización sin ánimo de lucro articulada para gestionar estos menesteres: SIGRE. Las labores de información y sensibilización están dando sus frutos, según la memoria de la entidad, en 2019 cada español depositó 103 gramos de envases vacíos o con restos de medicamentos en los puntos SIGRE de las farmacias.
- Papel activo durante el confinamiento. Durante el confinamiento por COVID-19 de 2020, unos meses de gran dureza tanto para ciudadanos como para los mismos profesionales, las farmacias se han mostrado siempre solícitas y han sacado a relucir su vertiente más asistencial, tanto con consejos sanitarios como con iniciativas como la Mascarilla 19 para apoyar a las víctimas de violencia de género.
Estos son sólo algunos ejemplos que ilustran el rol cada vez más activo de la farmacia comunitaria en distintos escenarios sociales. Una red de establecimientos sanitarios con profesionales farmacéuticos siempre dispuestos a tender una mano a la ciudadanía tiene un altísimo valor, ya no sólo para la salud de las personas, sino para la salud misma de la sociedad.