En los muchos siglos de historia farmacéutica la profesión y los profesionales han ido evolucionando y adaptándose a las necesidades de la sociedad de forma constante. Desde unos inicios basados en la formulación magistral y en la dispensación de productos a los clientes hasta la farmacia actual, cada vez más asistencial y volcada en las necesidades del paciente, han sido muchos los cambios que ha experimentado esta profesión, pero siempre se ha apoyado en la misma idea: gestionar los conocimientos sobre los medicamentos en beneficio del paciente.
Esa es la esencia del farmacéutico: un experto en medicamentos, con la capacidad para informar y aconsejar a los pacientes sobre la forma más segura de consumirlos, las pautas, sus posibles efectos adversos… Y aunque esa esencia no ha cambiado, como decimos, sí ha evolucionado hacia un papel más amplio y protagonista en la salud de los pacientes. Porque las farmacias comunitarias, además del know how y conocimientos de sus profesionales, aportan otra gran ventaja a los ciudadanos: la cercanía. No “cercanía” en un sentido metafísico del término, sino real, y es que el 99% de los ciudadanos españoles cuentan con una farmacia a menos de treinta minutos de su casa, y el 58% a menos de cinco minutos.
Es por ello que la farmacia es hoy por hoy más que un simple local donde se despachan medicamentos; es un establecimiento sanitario clave en el Sistema Nacional de Salud y en muchas ocasiones primera puerta del paciente al sistema.
¿Qué retos enfrenta la farmacia comunitaria en estos tiempos?
- Distribución. Uno de los principales desafíos actuales es competir en red con las nuevas formas de consumo, incidiendo por ejemplo en una reducción de los plazos de entrega en productos de parafarmacia.
- Reforzar su posición como expertos. Es el momento de dar al cliente argumentos de peso para evitar que busque productos en otras plazas, posicionando al farmacéutico comunitario como lo que es: un experto en medicamentos y productos sanitarios, y un profesional de la salud con capacidad para aconsejar en muchas materias.
- Ampliar la oferta de servicios profesionales. Una de las grandes apuestas actuales es reforzar la farmacia asistencial y los servicios farmacéuticos, como elementos clave para situar la farmacia como establecimiento de referencia ante ciertas consultas (uso de medicamentos, medición de parámetros biomédicos, etc.).
- Adaptarse a los nuevos pacientes. Las nuevas tecnologías de comunicación ponen a disposición del paciente una cantidad ingente de información sobre salud, fármacos y otros asuntos relacionados. Pero entre todo este mar de datos hay también mucho ruido y desinformación que podrían confundir a algunos pacientes sin guía o acompañamiento adecuado. El farmacéutico o farmacéutica, gracias a sus conocimientos, puede convertir estas nuevas tecnologías en aliadas del paciente.